A. J. DurantEspectador en espera, observo la estrellas buscando a Venus, en alguna parte del espacio ella se oculta, me ha involucrado en un permanente juego de infructuosa búsqueda, cada noche camino siguiendo la trayectoria de los astros, personas con diferentes ascendentes he encontrado durante mi andar pero ninguna de ellas ha sido mi Venus.
Tal vez debería rendirme ante la idea de que es un lejano astro cuya atmósfera nunca percibiré en mi olfato, superficie que mis manos no recorrerán, tan solo un mito de la historia, una diosa creada para mantener viva la esperanza del amor, pero mi visión es muy fuerte, al extender la mano no toco el vacío del espacio sino a la etérea imagen invitándome a seguirla.
Cansado, he decidido permanecer en este sitio, en la cúspide de un alto risco, ya no pretendo buscarle, es mi turno de invitarle a jugar, permaneceré quieto en este lugar, a un lado de la osa mayor, sumergiendo mis pies desnudos en la vía láctea pacientemente esperaré ese día cuando su rostro aparecerá ante mi y no permanecerá más oculto por la otra cara de la Luna.