A. J. DurantSi las palabras mataran yo sería un genocida, peligroso es disparar un arma cuando se pierde la cabeza, he asesinado a muchas personas con palabras, muchas de ellas no lo merecían, el amor es un escudo a prueba de balas pero en ocasiones su revestimiento no es lo suficientemente fuerte para resistir un certero ataque.
Camino entre las personas con un arma cargada, soy un ser cuyo egoísmo le hace un hombre peligroso, me subo a esa pequeña torre en el centro de la mente, ese lugar donde la altura obnibula al corazón, donde el alma se confunde con la niebla de las nubes creadas por la ceguera de la ira, pierdo el control me veo a mi mismo a través de la mira del francotirador, disparo, no son balas de salva, son cartuchos cargados con la estupidez de ser un humano.
El proyectil se encaja en el objetivo, veo una mancha de sangre y dolor, eso mismo se reproduce en mi pecho, la humedad se esparce sobre la camisa, el dolor se convierte en gotas de sudor sobre la frente, la cordura vuelve a la mente en ese instante, ¿Cómo es posible que un ser humano pensante se convierta por un breve instante en un animal sediento de sangre y dolor?
A través de las cortinas de una cascada veo el daño causado, no hay marcha atrás, soy un asesino, muero entre las hojas del otoño, mi alma se desploma lentamente, algo dentro de mi se marchita, he matado lo que me daba vida, me ha juzgado un ser supremo condenándome al sufrimiento que he creado, he cosechado lo que he sembrado durante la lluvia de la ira, el fruto es amargo, deja un mal sabor de boca.
Solo ella puede liberarme de la oscuridad si me encuentra en ese gran limbo donde deambulamos los seres que han cometido graves errores, guardo la esperanza dentro de mi, quiero ser libre de este agobiante sufrimiento, nadie debería lastimar lo que ama pero a veces esa penumbra nos cubre la mente convirtiéndonos en un estúpido ser humano. Merezco lo que obtengo, es mi karma.
Una lección debo aprender mientras camino sin rumbo a través del limbo: la confianza es una llave que se entrega sin temor.