A13

El tiempo vuelve, me persigue, fui su prisionero por décadas, escucho los pasos del reloj siguiéndome en el espacio, manecillas son lanzadas contra mi, una de ellas me hiere en el presente, el hombro sangra mientras el cuerpo envejece, astralmente veo al cuerpo morir, despierto sudando mientras una inmunda rata mordisquea el dedo más pequeño del pie, la pateo lanzándola hacia el otro extremo de mi oscura celda, no la veo golpear la pared pero un ruido apagado me indica que lo ha chocado contra ella, le escucho correr, seguramente fue a refugiarse en ese asqueroso agujero que llama hogar, entre su refugio y el mío no hay diferencia alguna, ambos albergan la misma pestilencia.

No he perdido la cordura, la oscuridad mata algunos seres, yo me he vuelto su amigo, mis ojos se han acostumbrado a la oscuridad, los oídos han adquirido la percepción de un murciélago, mi manera de ver el mundo ha cambiado, nunca había pensado en mi como un hombre fuerte, la abstinencia del mundo exterior me ha demostrado lo contrario.

Los primeros fueron extremadamente difíciles, acostumbrado a una vida mejor que la de un plebeyo, cliente asiduo de bacanales y lujosos prostíbulos, el placer terrenal deleitaba mis sentidos, mujeres y hombres se perdieron en el tacto, bebidas comunes y exóticas me relajaban, perseguí al dragón hasta alcanzarlo en el espacio tiempo. No hay nada que mi cuerpo no haya experimentado ni mis labios hubieran tocado, ha sido esto lo que me ha llevado al sitio más profundo de la ciudad.

Mi primer error fue hallarla, el segundo fue hacerla mía, esposa de un gordo presuntuoso de la esfera política, seguramente se había casado con él por interés, un bello rostro acompañado de tal figura no esta destinada a vivir con un cerdo político. ¿Cuántas veces podría ese hombre disfrutar de esa bella mujer? Ninguna, sus ojos brillaban con gula, fue ese pecado lo que nos permitió cometer otro pecado.

Una mujer atrapada en una prisión sin paredes, esperando el momento de su liberación, yo poseía la llave que abrió el cerrojo, abandoné mis aficiones, empleando todo el tiempo libre para conquistarla, no más vicios para mi, ella fue mi meta y obsesión, volverla mía era todo lo que me importaba.

Una rosa en la ventana de sus recamara mientras nadie miraba, con dos golpes peculiares para atraer su atención, la primera rosa iluminó su bello rostro, sonrojando sus mejillas, volteó para ambos extremos de la calle desierta sin encontrarme, mientras yo la veía oculto entre los arbustos de un jardín cercano, cuando cerró la ventana comprendí que mi táctica era correcta, continúe así durante una semana, la semana siguiente recibió mi primer mensaje.

“Usted para mi es pecado y no me arrepiento de cometerlo porque al mismo tiempo es la absolución”.

Mis palabras le sorprendieron y halagaron al mismo tiempo, se llevó una de sus manos a la boca mientras lo leía una y otra vez, tomó la rosa cuidadosamente, cerró la ventana y permaneció mirando hacia el infinito, hacia ese lugar donde se unen las almas que conocen el amor. Comprendí que me había enamorado.

One Angel Falling at;
12:56 p.m.