A13

Solo en una estrecha habitación, únicamente hay espacio para los murmullos de la soledad que me acompaña, un breve espacio que he alquilado para refugiarme, no es la suite lujosa de un Holiday Inn.

Los metros cuadrados de la habitación son ocupados por una cama cuyos resortes buscan la liberación, un buró con bordes gastados es el lugar de descanso de una lámpara cuya luz lucha por llegar a cada rincón sin lograrlo, le acompaña un viejo despertador con un par de campanillas que porta como un doble sombrero; hay un hueco en la pared con una viga de madera que sirve como ropero, pegado a el se encuentra un pequeño anaquel con libros, principalmente novelas con hojas amarillas y portadas deterioradas, producto de mis compras en la librería de libros usados, fue en ese lugar donde compré el afiche que he colocado frente a la cama.

Enrollado sobre los libros le encontré mientras buscaba una novela que me ayudara a olvidar por un momento mi vida en esta sociedad decadente, mi curiosidad me llevo a quitarle la cinta con un extraño sello que le ataba, sosteniéndole en lo alto se desplegó ante mi la imagen de una mujer de incomparable belleza, hipnotizado lo adquirí.

Sin perder tiempo al llegar a mi refugio, con cuatro tachuelas en la pared lo coloque, un altar para mi nueva diosa, recostado en la cama le rendí tributo. Mis ojos recorrieron su sensual pose de pies a cabeza, comenzando por la carretera de los tobillos que me guiaban a unos muslos torneados pasando sobre un diminuto vestido negro escotado con una delgada tira que se sostenía de los hombros, ascendí por el borde de los senos que amenazaban con romper la delgada línea que les sostenía, llegué hasta su bello rostro que poseía una mirada hipnotizante, ojos negros que combinaban a la perfección con la cabellera oscura que se posaba sobre sus hombros.

Algún fotógrafo profesional había decidido compartir la belleza de esta mujer puesto que no era un póster publicitario de alguna compañía, simplemente descansaba su imagen sobre un fondo blanco que contrastaba con los aspectos oscuros de su cuerpo, cada mirada que le dirigía provocaba la exhalación de un suspiro, al verla comprendí el significado del amor a primera vista.

Cassandra… he averiguado que ese es su nombre, lo he encontrado en el rincón inferior izquierdo, como si fuera el polvo que alguien trata de ocultar, ahí descansaban las diminutas letras manuscritas que trazaban su hermoso nombre, acaricie las letras como si fuera un ciego intentando leer su nombre en braille.

Con el pasar de los días siento que en mí ha crecido una obsesión, el nombre con que le he bautizado es Cassandra, no puedo apartar su imagen de la mente, si cierro los ojos puedo ver el bello rostro con sus ojos mirando a los míos, al regresar del trabajo me paré frente al afiche acaricie su mejilla y me sentí tentado a besarle, pero no me atreví sentí que sería un abuso de mi parte.

Hoy el día ha resultado ser muy largo, mis pensamientos giran alrededor de Cassandra, ansiaba volver a su lado, disfruto tanto verla, en el camino a casa he comprado una botella de vino junto con dos copas, solos los dos en mi habitación vertiendo vino en ambas copas y brindando para celebrar nuestro encuentro, cuando el alcohol se combina con mi sangre, hace que esta hierva impulsándome a besarle, realmente estoy ebrio porque siento sus labios correspondiendo a mi beso, su lengua se enreda con la mía, es un minuto glorioso.

Cassandra… mi preciosa Cassandra… me duele mucho estar lejos de ti, ayer en la noche escuché tu tenue voz que mencionaba mi nombre, se acercó para deslizar sus palabras a través de mi canal auditivo, sentí su aliento recorriendo mi cuello, respondí expresando el amor que sentía por ella, me voltee para abrazarle pero mis manos solo abrazaron un hueco en el espacio. Volví a dormir esperando que mi sueño se repitiera pero eso nunca sucedió.

Varios días han transcurrido sin acudir a trabajar, no estoy enfermo solo hambriento de deseo que quiero satisfacer con el cuerpo de Cassandra, creo que he perdido la cordura gracias a la inmensa soledad que me embarga, debo alejarme de esa imagen, esta obsesión me esta consumiendo, una copa en el bar y una chica me ayudarán, intento levantarme pero mis pies se han magnetizado, la atracción proveniente del suelo impide que se muevan, mi mirada se pierde en los oscuros ojos de ese ser celestial.

La noche ha llegado, la luz de la lámpara está apagada, el resplandor de la luna ilumina el cuerpo del amor de mi vida, mis párpados se cierran mientras mi memoria guarda la última imagen registrada del afiche, enmedio de la noche escuchó su dulce voz resonando en mis tímpanos, mis ojos se abren lentamente encontrándose con su hermosa mirada, me miran fijamente y con ternura, sus labios entreabiertos se humedecen preparándose para ser besados.

Se sienta a horcajadas sobre mi cuerpo, acercándome su rostro, ansiosamente la besó, su aliento se combina con el mío, acaricio su sedosa cabellera oscura, mis manos se deslizan por encima de su vestido acariciándole la espalda, recorriendo los limites entre el vestido y la espalda desnuda.

Aún sentada pero erguida permanece sobre mi cuerpo, mis manos posadas en su cintura van ascendiendo hasta los firmes pechos, los acaricio, siento el roce de su pezón como un diminuto montículo bajo el vestido, mientras su mirada se pierde en la mía, mis manos rompen las delgadas tiras de su vestido liberando los senos que permanecían ocultos, su lengua recorre los labios ante tal acción. Las manos saben que hacer ante tal portento, juguetean y experimentan la firmeza de sus senos. Ella se inclina para que mis labios prueben su carne, mi hambriento deseo comienza a satisfacerse.


Mi famélico ser desea más alimento, algo en mi entrepierna despierta solicitando satisfacción bajo la unión de sus muslos, sonriendo se levanta un instante para despojarme de la envoltura que cubre mi piel, sujeta el miembro acariciándolo suave y lentamente, deslizando su vestido a la cintura se coloca nuevamente a horcajadas sobre mi, me introduce lentamente en la vorágine del placer, con movimientos rítmicos marcados por nuestro deseo la siento sobre mi, la sujeto de las caderas como si fuera un retén de seguridad para que el placer no huya de mi cuerpo, veo sus pechos acompañando el movimiento. ¡Oh Cassandra! Es el gemido que se escapa entre mis labios, es el grito de liberación del deseo que había acumulado en mi interior.

No puedo resistir más, siento el orgasmo acercarse a mi, intento detenerle pero no puedo, Cassandra lo sabe y sus movimientos aumentan el vaivén, siento que gritaré con el riesgo de romper mis cuerdas vocales, no soporto más, mi grito se ve ahogado por un beso de ella, siento como mi energía se desprende entre sus muslos, mi aliento es sustraído a través de sus labios, miró mis manos y me doy cuenta que envejecen paulatinamente, esta robando mi energía vital por ambos extremos, intento gritar pero solo atino a emitir una débil palabra inteligible.

Mientras la extinción de mi carne prosigue comprendo que he sido víctima de un succubus, un demonio femenino que habitaba en mi afiche, a unos pasos de mi muerte le miro y mis ojos lentamente se convierten en cristales que reflejan la belleza de la mujer que me ha robado la vida.

One Angel Falling at;
1:23 p.m.