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    A13


    martes, diciembre 27, 2005 9:36 a.m.

    El cielo en tus brazos

    A. J. Durant

    Digo hola al cielo que vive entre tus brazos, el paraíso radica en tu piel, hija de Eva me elevas por las nubes acariciándome el rostro con el aliento de susurros, los pies abandonan la tierra, cierro los ojos dejándome llevar hacia el paraíso.

    Un ángel he sido toda la vida pero a lado tuyo dejo de serlo, eres tú mi ser celestial, con los ojos conduces al coro que vocaliza tonadas de amor en la mente, las notas me arrullan provocando a los sueños despertar, fantasías que aún despabilado me siguen sin cesar, tu cuerpo y voz se albergan dentro de mi cabeza, gratos huéspedes con quienes suelo deleitarme.

    Cuando posas la cabeza en mi pecho, siento tus pensamientos alimentando al latente corazón, con amor diseñas el cielo, los suspiros arrancados flotan en el aire convirtiéndose en nubes de la estratosfera. Cierro los ojos ante el mundo, tan solo permanecen abiertos para ti.

    Recostados en la nube creada te beso, no necesito visitar la otra vida para encontrar el cielo, mi existencia entera finalmente halló la piedra filosofal en la carnosidad de tu boca, abrázame intensamente quiero sentir la eternidad de nuestras vidas en un instante.

    No te separes nunca de mi celestial ser, finalmente encontré el cielo, lo hallé entre tus brazos.



    One Angel Falling at;
    9:36 a.m.







    jueves, diciembre 22, 2005 8:53 a.m.

    Espíritu navideño

    A. J. Durant

    ¿Dónde te encuentras? ¿Te has ocultado de mi? Busco tu esencia en anuncios de televisión pero solo encuentro un clon tuyo, creado por los laboratorios de la mercadotecnia, en el subterfugio del consumismo, el espíritu que te sustituye se alimenta de falsas expectativas, ofrece sueños vanos, para él Navidad significa envolver el corazón en papel celofán del más alto costo.

    Salgo a buscarte por las calles, tras espejos de irrealidad veo estáticas figuras vestidas con el rojo de tu agonizante sangre, el epitafio de los deseos se escribe con un precio en venta, la liquidación de sueños se reduce a la mitad, bajo el árbol de Navidad solo hay certificados de regalo su valor es el vacío de las cosas materiales.

    En un callejón te encontré agonizante, refugiado bajo el calor del fósforo de una niña, incesante espíritu, vuelve a la vida por favor, no mueras junto al hombre del traje rojo que ha sido asesinado por la corporación de sueños en venta, entra en mi corazón, permíteme devolverte a la vida. La magia aún vive en ti, te ayudaré a repartirla, no necesito de ostentosos paquetes, basta con envolverte en buenos deseos, los mejores regalos no vienen del bolsillo sino del corazón.



    One Angel Falling at;
    8:53 a.m.







    viernes, diciembre 16, 2005 6:13 p.m.

    Mirada oculta

    A. J. Durant

    Los ojos permanecen cerrados, me pediste que así lo hiciera, escucho el roce de la tela desprendiéndose de tu piel, tus movimientos dificultan la tarea, me siento tentado a mirar, a permitir que tu figura se refleje en el iris pretendiendo ser el espejo de cuerpo entero.

    La imaginación acude presurosa en el preciso instante cuando la ropa cae al suelo, viene a recordarme tu figura, entre pensamientos me seduces, ignorar la realidad de tu figura desnuda se dificulta aún más. Con la espalda erguida en la silla, los minutos acompañan la desnudez, mis manos sudan y se sujetan fuertemente a la parte baja de la silla, una gota de sudor se origina en la frontera del cabello y la frente torturándome con su pasiva trayectoria.

    Esa pequeña fuga de los poros es detenida por el roce de un pañuelo en tus manos, me cierras los parpados cuando pretendo abrirlos, trazas en mis labios el sonido del silencio cuando quiero reclamar y tus labios me susurran al oído solicitando deje todo en tus delicadas manos.

    Me besas tiernamente mientras desabotonas la camisa, sostienes mis manos contra el respaldo de la silla, los labios comienzan su recorrido en el cuello para continuar contra el pecho. Los muslos quedan desnudos al toque de tus manos, siento el roce de la electricidad en tus dedos acariciándome las piernas. Tus muslos se unen a los míos cuando te sientas sobre mi, compartimos la misma silla, la misma pasión; penetras en mi ser con tu esencia.

    Los ojos permanecen cerrados, los sentidos restantes experimentan el placer que les concedes, liberas mis manos y las tuyas se atan al cuello, te sujeto de la cintura, las caderas en un vaivén de arriba-abajo, danzan candorosamente como una llama ante el fuego de la pasión.

    Los sonidos acompasados de los muslos son la pequeña orquesta de los cuerpos, susurras al oído solicitando un nuevo ritmo, algo incesante, algo para llevar a los cuerpos al clímax de la obra corporal. Mis ojos ya no pueden permanecer cerrados, se abren para ver tu rostro, los ojos brillantes me hablan con el idioma del momento, los movimientos se hacen más rápidos, tus senos rozan mi pecho, los muslos chocan frenéticamente, mis manos sujetan fuertemente tus caderas, rompemos la barrera del sonido con los gemidos de placer, finalmente nuestros cuerpos bañados en sudor desfallecen en un giro de éxtasis, te derrumbas en mi hombro, para luego abrazarte contra mi, somos el modelo perfecto digno de un escultor, aunque al final seremos nosotros quienes esculpiremos nuestras vidas con amor y pasión.



    One Angel Falling at;
    6:13 p.m.







    viernes, diciembre 09, 2005 10:25 a.m.

    Redención

    A. J. Durant

    I

    -Cada mañana despierto con la misma sensación entre las manos, el sueño se repite una y otra vez, permanezco ante él mirando fijamente su agonizante rostro, en sus ojos puedo ver el pasado, las imágenes de nuestras vidas transcurren rápidamente, es un colorido carrusel, una tras otra pasan, callada las veo, él también hace lo mismo, cada uno posee un motivo diferente, un significado diferente, mientras él busca la respuesta a mi acción yo busco algo más, una confirmación que me diga que he hecho lo correcto.

    -¿Y lo encuentras?

    -No, no lo encuentro. Volteo para mirar a mi alrededor, me encuentro con los ojos del hombre y los de la mujer, puedo ver la sorpresa en ambos, también veo el alivio al liberarse de él, aunque eso me causa una breve satisfacción, el instante inmediatamente se desvanece, vuelvo a sentir ese vacío. Pensaba que su muerte me devolvería la vida pero no ha sido así, ese hueco dentro de mi ha crecido y no encuentro la manera de llenarlo. Me siento completamente vacía por dentro.

    Silencio. La habitación usualmente quedaba así cuando concluía mis palabras, permanecía parada durante toda la sesión, siempre lo hacía así, de pie ante esa gran ventana abierta de par en par con la luz del mediodía colándose, sentía el roce de los rayos del sol en los brazos, la piel se calentaba pero ese calor nunca llegaba al fondo de mi ser.

    Escuchaba a la doctora llenando de notas su libreta, en ese pedazo de papel se encontraba una sinopsis de mi vida, mi diario psicológico en manos de otra persona.

    -Emily… ¿comprendes cuál es el motivo de que te encuentres aquí?

    -Si, asesiné a un hombre.

    -Bien, entonces ¿por qué continúas tratando este asunto como si todo fuera un sueño?

    Silencio.

    -Revives con frecuencia ese momento, eres capaz de percibir cada detalle del suceso pero lo que buscas no se encuentra ahí, eso tú lo sabes muy bien, lo que sea que buscas se encuentra perdido en alguna parte dentro de ti.

    Silencio.

    -Vas a cumplir un año en este lugar, durante ese tiempo hemos conseguido un buen progreso, vamos bien Emily pero continúas siendo una mujer retraída, temerosa de ser tu misma, no comprendo porque has puesto ese obstáculo que te impide tener una vida.

    Silencio.


    II

    -Permanece callada, no ha querido responder cual es su nombre.

    -Se encuentra en estado de shock, su mirada parece perdida en otro tiempo y lugar.

    -Aun así deberemos llevarla presa – dijo el policía.

    Otro tiempo, otro lugar, tiempo y espacio no existen más para mi, su vida terminó, la mía también debería terminar pero no tengo el valor para cumplir con esa tarea, parece que una pequeña luz de vida aun permanece prendida en mi interior. Fui trasladada a la estación de policía, permanecí callada, ausente de este mundo, me encerraron en una celda al lado de un borracho lujurioso, constantemente pretendía atraer mi atención con piropos, finalmente se dio por vencido, se durmió no sin antes llamarme zorra.

    Mi mente se mudó a otra dimensión, el guardia me dejó sentada en el camastro de la celda, conserve esa posición hasta el día siguiente, tampoco probé alimento. El día del juicio y sentencia llegó, mi abogado alegó locura por maltrato físico y psicológico, no fue difícil para él reunir pruebas, aún conservaba marcas de los golpes sufridos por el fallecido Edmund, una prostituta y otra mujer que prefería permanecer en el anonimato, su verdadero nombre quedo en manos del juez y mi abogado, ambas testificaron en su contra. El jurado fue benévolo conmigo, el juez me concedió de 2 a 5 años en un hospital psiquiátrico, saldría en dos años si la evaluación siquiátrica era satisfactoria.

    Me trasladaron al único hospital para enfermos mentales de la ciudad, se ubicaba lejos del mundo citadino, solía ser una hacienda de verano para un millonario, fue cedida por él cuando murió, una manera de preservar su nombre para la posteridad, hospital psiquiátrico Henry J. Williams, el gobierno estatal efectúo algunas modificaciones, construyó diferentes salas para agrupar a los enfermos basándose en el diagnóstico del siquiatra. La belleza de la construcción no se perdió solamente le fue agregado el toque de locura faltante.

    Fui recluida en el ala femenil del hospital, durante el día comparto el espacio con mujeres seniles y mujeres maniaco-depresivas. Pronto me apropié de un lugar junto a la ventana, diario permanecía sentada en su amplio marco mirando fijamente al infinito. Tal vez en algún lejano lugar se encontraba la respuesta que buscaba.

    “¿Merezco morir? ¿No ha sido suficiente vivir con el corazón destrozado? Si, por ese motivo debo hacerlo, me han herido demasiadas veces, no quiero continuar con esta farsa, mi vida vale un céntimo, esta noche le abriré mis brazos a la muerte. ”


    Sigue capítulo 3...




    One Angel Falling at;
    10:25 a.m.







    lunes, diciembre 05, 2005 8:04 p.m.

    Sincronía

    A. J. Durant

    En la gama de frecuencias espirituales, mi alma ha encontrado resonancia en la tuya, alma gemela sincronizas tus pensamientos con los míos más allá de las ondas hertzianas, no necesitas de palabras para envolverme en la cobertura de tu corazón.

    Me llevas más allá de las nubes, el clima no importa, viajamos entre el tiempo y el espacio, vives en el espectro de mis emociones, tienes el poder de brindarme la felicidad de tus besos o la tristeza de la ausencia.

    Enciende el radio de acción con tus brazos, a través de los labios diré cada palabra proveniente de tu corazón, eres la emisora de mis deseos. Sintonizando nuestros cuerpos hallaremos el rating en el clímax de las extasiadas almas. Las estadísticas son establecidas por las marcas de labios, locutores son las bocas entonando música de amor y pasión.

    Frecuentando mi cuerpo y labios, conviertes mis deseos en ondas de placer, al final romperemos la barrera del sonido con los agudos gemidos de las gemelas almas perdiéndose en la frontera celestial de la eternidad.



    One Angel Falling at;
    8:04 p.m.