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    A13


    martes, noviembre 29, 2005 4:43 p.m.

    Alas de otoño

    A. J. Durant

    Sentado en esta banca medio vacía, veo al otoño robar las hojas de los árboles, cada una de ellas flota guiada por el viento, caen lentamente, navegan a través de las corrientes eólicas, fragatas amarillas ondeando sus velas, no necesitan de una brújula, su meta esta trazada, lo único que cambia es la distancia recorrida.

    El parque tiene un nuevo y amarillo atuendo, desgastado color, alguna vez fue un verde intenso, rebosante de energía y vida, ahora se encuentra a un paso de convertirse en una frágil hoja café, delicada al tacto.

    Lluvia hojarasca empapa mi rostro de lágrimas, lentamente te desprendes de mis ramas, recuerdos flotan entre las hojas, me concediste el verde de la felicidad, ahora lo arrancas con el pálido amarillo del otoño, el invierno espera adelante, un desgarrador frío robará el calor del corazón.

    Intento detener el vuelo de los pétalos pero se desintegran en mis manos, se ocultan detrás de la fragilidad del temor, su miedo los transformó en una frondosidad inútil, negándose la felicidad en la madurez de un fruto. Solo queda polvo sobre mi hombro.

    Vuelen alas de otoño, tal vez encuentren la primavera en su futuro.

    One Angel Falling at;
    4:43 p.m.







    domingo, noviembre 27, 2005 7:31 p.m.

    La oscuridad de la envidia (I)

    A. J. Durant

    “Imbécil y estúpido presuntuoso, siempre debe manifestar sus conocimientos ante todos, no puede mantener la boca cerrada, ante el mundo siempre pretende ser el magnánimo ser del conocimiento, Sócrates y Platón se estremecen en la tumba cada vez que parafrasea a alguno de ellos.”

    “Miren su rostro delgado, los pómulos son solo una delgada tira de piel adherida a un cráneo con anteojos, perfecta combinación hace con su esquelético cuerpo, estúpido cadáver viviente que baila al compás de una supuesta sabiduría, aquí viene a regordearse conmigo, a restregarme en el rostro la aceptación de su teoría acerca de los oscuros hoyos en el universo.”

    -Dr. Lorenz, no esperaba encontrarle aquí.

    -Estimado Dr. Bernard, sabe que disfruto escuchar las teorías de otros para después debatirlas.

    -¿Ha encontrado algo que refutar en mi teoría?

    -He notado un profundo estudio pero nada concreto, le creeré cuando tenga algo que brinde fuerza a sus palabras.

    -No esperaba menos de usted, aunque nunca he comprendido la coincidencia en nuestros intereses, las malas lenguas de la Asociación manifiestan una rivalidad entre nosotros desde el incidente del fondo que con tanta generosidad me otorgo el gobierno.

    -Simple y llana coincidencia, ambos poseemos el mismo interés en diferentes áreas de estudio.

    -Deberíamos colaborar juntos ¿no lo cree así?

    -Aprecio su propuesta y la tomare en cuenta.

    -Podríamos llevar el mundo hacia nuevas metas.

    -Si, sin duda, aunque por el momento me encuentro elaborando un proyecto personal.

    -Usted siempre en constante movimiento ¿puedo saber cuál es su proyecto? Le prometo mantenerlo en secreto.

    -Por el momento no puedo darle detalles pero puedo asegurarle que será la primera persona a quien le informare.

    -Me embargara la duda, seré paciente, esperare hasta que nos muestre su misterioso proyecto.

    -Es una promesa. Debo retirarme dr. Bernard, me espera una ardua noche de labores.

    -Es una pena que deba marcharse, en unos minutos tendremos un brindis para celebrar la adquisición de nuevos fondos para continuar mi actual investigación, por favor permanezca un rato mas.

    -Gracias, debo retirarme.

    -Bien, está bien, me alegro charlar con usted. Buenas noches doctor Lorenz.

    -Buenas noches Dr. Bernard

    “Estúpido petulante, no le fue suficiente exhibir sus teorías ante la comunidad científica, encima de eso presume el nuevo fondo adquirido, imbécil. Voy a casa, continuaré experimentando, si todo resulta bien el Dr. Bernard se enterara de mi éxito, aunque al hacerlo probablemente su vida solo dure unos segundos.”

    One Angel Falling at;
    7:31 p.m.







    martes, noviembre 22, 2005 1:45 p.m.

    Un instante de placer

    A. J. Durant

    La luz del mediodía ilumina sus hombros desnudos, una delgada blusa con un pronunciado escote revela la firmeza de los pechos sin necesidad de utilizar la imaginación, largas piernas tienen su origen bajo una ajustada minifalda. Embelesado admiro la figura con el sol a su espalda. Algunas personas piensan en la noche para satisfacer sus deseos ocultos, yo no soy ese tipo de persona, la luz del día siempre ha sido lo mejor para contemplar a un espécimen femenino.

    Seductora me sonríe, interpreta mi mirada, ambos conocemos el motivo que nos ha llevado a este instante, dejo mi marca en el colchón, para acudir a ella, en unos minutos crearemos marcas distintas basadas en las formas de nuestros cuerpos.

    De pie ante ella, acaricio su mejilla recorriendo con mis dedos la sonrisa, labios húmedos vistiendo carmín, mi mano se desliza por el delicado cuello recorriendo los hombros desnudos, dedos lentos perciben su piel, por la vía de los brazos llego a la cintura, la acerco más a mi, las miradas se acercan, los suspiros de la boca se rozan.

    Juguetones labios, se alejan y acercan sin besar, los atrapo con los míos, su lengua se vuelve mi prisionera mientras con las manos domino a su cuerpo. Inclina su cabellera a al izquierda invitándome a besar el cuello, tal invitación no merece un desaire, los hombros desnudos también reciben su parte.

    Más abajo las manos acarician con atrevimiento, no esperaron invitación alguna, se deslizan por los muslos, son intrusos colándose bajo la falda, cada vez mas cerca de esa delicada parte oculta por las piernas, un suspiro ahogado delata el encuentro. Nuevamente los labios se pierden entre sí.

    Ahora la cabeza mira hacia el azul cielo de la habitación, las manos aprietan la curvatura al final de la espalda, mi boca avanza hacia el escote, con besos sobre la blusa descubro la ansiedad de los pechos, soy el culpable de tal provocación, con una mano convierto su blusa en un cinturón que se acentúa a sus caderas. Su seno se hunde en mis labios, cada uno se pierde en mi lenguaje.

    Trastabillando llegamos ante las sábanas, pierdo mi ropa en el breve recorrido, me recibe entre sus piernas, los muslos se enredan en mi cuerpo, soy su prisionero, en un movimiento de vaivén parece que busco la liberación pero tan solo pretendo perderme más en su cuerpo. Sudor se mezcla con los suspiros, besos se confunden con gemidos ahogados. Los cuerpos desfallecen ante el éxtasis del momento.

    En el epilogo del placer nos besamos, ella permanece tranquila con su cabeza recostada sobre mi pecho, levanta la mirada, acaricia mi rostro con su mano, me sonríe, comprendo lo que dicen sus ojos, ojala este momento nunca terminará pero nuestras vidas no fueron diseñadas con ese motivo.

    Envuelta en una sábana, se dirige a la ducha, escucho el agua correr al mismo ritmo de mis pensamientos, como una sirena canta estrofas de románticas baladas, las gotas de agua se detienen, la puerta se abre, sale con una toalla adherida al cuerpo, procede a vestirse nuevamente, ahora envuelta por mis ojos.

    Se acerca a mi para darme un último beso, sus ojos esperan verme de nuevo, sabe que la buscaré, no hay palabras, nunca las decimos cuando es hora de partir, se dirige al buró, toma el dinero y se marcha dejándome tras de si, envuelto en sabanas, con el deseo de correr tras ella y liberarle de esa injusta vida que le tocó vivir.


    One Angel Falling at;
    1:45 p.m.







    viernes, noviembre 18, 2005 3:24 p.m.

    Servicio a la comunidad blogger

    Reunión fin de año, mayor información en el siguiente banner:


    One Angel Falling at;
    3:24 p.m.








    Desamparado

    A. J. Durant

    El hombre dormitaba en el vagón del tren subterráneo, era su refugio, el único lugar en toda la ciudad cuyo calor le cobijaba, cada mañana compraba un boleto, acudía en busca de algún asiento cómodo y dormía profundamente mientras el tren repetía su recorrido una y otra vez.

    La sociedad le había quitado todas sus posesiones, incluso le robó la esperanza de tener un nuevo comienzo, ahora tan solo poseía sueños, era preferible dormir a vivir su cruel realidad. Un sueño recurrente se presentaba a diario, el sueño de hoy era una versión mejorada del día anterior, se ve a si mismo luciendo una elegante pero modesta vestimenta, rodeado de personas cuyo orgullo y aprecio se notaban en los rostros. Aún conservaba su hogar acogedor, en el aire se respira libertad, paz y tranquilidad.

    Los acreedores no existen en la quimera vida, la apariencia no importa, las personas solo quieren una vida apacible sin arruinar a los demás, sin humillaciones ni falsas pretensiones, los amigos buscan amistad verdadera y la ofrecen, ninguno ofrece favores en venta, utópico hogar de sus deseos.

    El tren se detiene inesperadamente, el sueño choca con la realidad, es un pasajero sin destino, su compañero de viaje lo mira con desdén, no es la primera vez que alguien lo mira con desprecio, con mudas palabras manifestando la nula existencia de seres como él. Durante los últimos años aprendió a ignorar al mundo, el planeta tierra no existe más, camina sobre la acera de su propio universo, admira sus manos, no ve la mugre en ellas, son las manos de alguien que trabajo arduamente para construir el futuro dictado por la sociedad.

    Ha transcurrido mucho tiempo desde la última vez que una gota de agua jabonosa tocó su cuerpo, la loción actual no es una fragancia diseñada por algún magnate de la moda, aunque su esquelético cuerpo rima en huesos con los de una modelo vistiendo la temporada otoño-invierno en jirones de tela que alguna vez recibió el nombre de ropa.

    Al mediodía su estomago gruñe sin parar, los días de comidas en restaurante fueron sustituidos por el basurero, los festines están a cargo de la buena voluntad de las personas, hoy la fortuna le sonríe una bondadosa anciana lo invita a comer, lo invita a sentarse en una silla de madera colonial, el mantel de flores evoca en su mente un jardín, a la brevedad disfruta del picnic, una sopa caliente de fideos deleita su garganta, le sigue un enorme trozo de bistec asado acompañado de guarnición y papas a la francesa. La memoria parece ir en retroceso, trae consigo recuerdos de banquetes, de bocadillos especialmente creados para deleitar al gusto.

    La comida termina muy pronto, desea que ese momento nunca hubiera terminado, regresa al mundo de fantasía camina por la acera, perdido entre la monotonía de la metrópoli, la noche se acerca, el hombre se refugia nuevamente en el subterráneo, esta vez no duerme, contempla la ventanilla, la luz fluorescente ilumina su rostro a intervalos hasta sumergirlo en un profundo sueño.

    La visita recurrente tan solo dura un instante, el tren se ha detenido, un vigilante le obliga a dejar su refugio, el invierno ha llegado, la noche es fría, camina esperando encontrar una hogar temporal donde pernoctar, un rincón de un edificio abandonado parece apropiado.

    La temperatura disminuye, el hombre se acurruca reuniendo el mayor calor que su cuerpo pueda proporcionarle, finalmente utiliza su habilidad para ignorar al mundo en contra del inclemente frío, el sueño lo abraza, continua promoviendo ante Morfeo su eterno sueño, una presencia lo despierta, una oscura figura le extiende la mano, emana calidez y esperanza, le ofrece llevarlo a un lugar mejor donde pueda dormir en paz. El hombre acepta, cualquier otro lugar supera al miserable frío.

    Es llevado hacia una casa enorme, de estilo victoriano, dentro le despojan de sus deterioradas prendas, lo visten con una pijama de seda, un mayordomo lo lleva al piso superior, donde las habitaciones se encuentran, se detienen ante su nuevo hogar, una amplia cama le recibe, bajo las sabanas comienza el imperecedero sueño.

    La mañana sorprende al hombre envuelto en sus desgarradas prendas, en una posición fetal el sol ilumina su pálido rostro, la muerte lo recibió en su seno mientras dormía. Esboza una sonrisa, es la sonrisa del sueño eterno en el cual siempre quiso vivir.



    One Angel Falling at;
    3:21 p.m.







    lunes, noviembre 14, 2005 7:30 a.m.

    Combustible

    A. J. Durant




    Estación de gasolina.
    Foto por A. J. Durant




    Ante una estación de combustible para el alma me he detenido, el indicador existencial tan solo funcionaba con la reserva guardada por el espíritu para continuar avanzando sobre la carretera de la vida, conduje cada kilómetro en busca de la energía necesaria para continuar mi viaje.

    Diferentes destinos en el itinerario, cambiante destino consecuencia de las decisiones y circunstancias, los planes cambian, se adaptan al movimiento de las substanciales ruedas, impulsado por el atlas de las líneas trazadas en la palma de la mano, voy siguiendo cada línea, a veces viajo sobre la carretera de peaje, a veces abandono el asfalto recurriendo a caminos alternos. Me he encontrado con desviaciones obligatorias hacia sinuosas trayectorias, vías controladas por oscuras depresiones en el terreno, pero el avance prosigue indefinidamente.

    Siguiendo la ruta indicada por la Osa Mayor, nuestros caminos se han cruzado, la luz incandescente de la estación en medio del desolado desierto me guío hacia ti, me apeo del vehículo solicitando me proveas del néctar de la vida, tus labios bombean combustible sobre los míos, la aguja del indicador cardíaco choca insistentemente contra el borde, el excedente se libera en suspiros.

    Ahora eres mi compañera de viaje, tu carretera es sinónimo de la mía, los trazos de tu mapa se empalman con los míos, no sé hasta donde llegaré a tu lado, paralelamente viajamos siguiendo el sendero que nos llevará a la cúspide de la vida.

    One Angel Falling at;
    7:30 a.m.







    viernes, noviembre 11, 2005 11:59 a.m.

    Obituario

    A. J. Durant

    Muerto por causas del corazón mi nombre aparece en el diario acontecer de la vida, mezclado entre notas de vivos un hombre ha perecido, letras de un patronímico que se extinguen en el vano recuerdo, silabas de nombre propio unidas por el hilo roto de una vida. El tiempo su existencia le reclamó, dejando tras de sí las huellas marcadas en la arena del reloj se ha marchado.

    Epitafio escrito con negra tinta, epígrafe en papel de un ser que vive ahora entre los habitantes de otro plano existencial en espera de la reanimación a través de unos labios llenos de vida.

    Busca mi cuerpo en el sepelio del ocaso, lleva contigo una guirnalda envuelta en perfume de piel, desnúdame el alma, con certeza te encontraré al seguir la luz al final del oscuro túnel, la reencarnación habrá de ser en tus brazos.

    One Angel Falling at;
    11:59 a.m.







    miércoles, noviembre 09, 2005 12:30 a.m.

    Divagaciones (II)

    A. J. Durant

    Engel Verfasser y Thanathos

    (El reloj da las doce campanadas, afuera la tormenta continúa)

    Engel Verfasser:

    Las manecillas se encuentran frente a frente nuevamente, sus doces gritos despertarán a los espectros. No temas inspiración, no llegarán a tu recóndito refugio. Los únicos seres que deberán hacerlo son los judíos pues podrían enloquecer.

    Mefisto:

    Tu inspiración no es la única perturbada, veo un espectro huyendo raudo y veloz hacia nuestro encuentro. ¡Cuidado alma en pena que puedes tropezar con las cadenas que traes a cuestas!

    Espectro:

    ¡Oh! ¡No!. ¿En qué momento crucé la antesala del infierno que no me he percatado? ¿Cuán grande habrá sido mi pecado para que el mismo príncipe de las tinieblas haya salido a recibirme?

    Mefisto:

    Por príncipe me tomas puesto que no traigo corona, más sin rey no puede haber reino.

    Engel Verfasser:

    ¿A qué temes si tu miedo se quedó en el sudor de tu extinto cuerpo?

    Espectro:

    Temo al frío toque del ser que me persigue. Fue mi compañía mientras el cuerpo agonizaba, sostenía una tenue vela que se extinguía, en la oscuridad extendió su mano para guiarme pero me negué a aceptarla.

    Thanathos:

    ¿Prefieres vagar sin rumbo? Pérdida en un mundo terrenal, donde la etérea figura es ignorada.

    Espectro:

    Moveré utensilios, cerraré puertas, cualquier cosa haré para demostrar mi existencia.

    Engel Verfasser:

    No invadas mi hogar con tus palabras, ya suficiente temor existe en la inspiración como para asustarla con tu poltergeist. Tus acciones no te devolverán la vida.

    Espectro:

    Simple mortal, me encuentro a un paso más allá de ti, cuando te encuentres en este lugar de mi te has de acordar.

    Engel Verfasser:

    A la muerte he aceptado, este abrigo de piel con el tiempo se desgastará y uno nuevo se me ha de otorgar.

    Espectro:

    Distraído me encontraba por tu charla ahora siento el frío toque de la muerte, se extiende rápidamente, estaba equivocado hay calidez en sus brazos.

    (El espectro se desvanece)

    Engel Verfasser:

    Bienvenida seas recolectora de almas. Ni aún la tormentosa noche ha impedido tu labor.

    Thanathos:

    Me halaga tu recibimiento, pocas veces soy bienvenida.

    Engel Verfasser:

    Seres justos merecen una justa bienvenida. Supongo que ya conoces a mi maligno invitado.

    Mefisto:

    La muerte es muda ante mi presencia, nunca toma partido en la dualidad del universo. Abandonaré la habitación, así podrán conversar, recibiré al alma que no estuvo libre de pecado. En pie se encuentra mi ofrecimiento si tu inspiración quieres recuperar.

    Engel Verfassen:

    No gesticules preocupación en vano, ni anotes mi nombre en el contrato, si algo he de perder hoy que sea solo la inspiración.

    Mefisto:

    No he perdido ni he ganado. Una moribunda inspiración no podría haber quedado en mejores manos.

    (Una reverencia y desaparece inmerso en una nube de humo y azufre.)

    Engel Verfassen:

    Esta noche se ha distinguido por la importancia de sus invitados.

    Thanathos:

    No he venido por tu inspiración, aún la veo con suficiente vitalidad. Tu alma posee fortaleza, no temes al mal y puedo ver que tampoco me temes.

    Engel Verfasser:

    No tengo miedo, mi cuerpo algún día has de reclamar pero la experiencia de esta vida la he de conservar, peores temores hay en vivir, los seres humanos han reemplazado el temor a morir por algo que consideran mucho peor, de mi no se ha apoderado pero he sabido de múltiples víctimas.

    Thanathos:

    Tales palabras me intrigan.

    Engel Verfasser:

    No es el miedo al sufrimiento aunque forma parte de él, este ente vive oculto empleando como careta un nombre propio, no es posible verle más pueden sentirle.

    Thanathos:

    Tus palabras son un acertijo que se agrupan bajo la soledad. Debo admitirlo, los seres humanos temen más a este nombre que al mío. Su temor a la soledad los conduce a la infelicidad.

    Engel Verfasser:

    Felicidad…infelicidad… ambas viven en el ser humano, la balanza se inclina de uno al otro y viceversa, colocando en ella el peso de las circunstancias, temor a la soledad, yo lo llamaría temor al vivir consigo mismo, algunos seres no se consideran buena compañía para si mismos. Su temor proviene del reflejo ante el espejo forjado por el alma. Algunos seres crean relaciones humanas basadas en falso amor, más fácil es ser dueño de una fantasía romántica que obtener un verdadero corazón.

    Thanathos:

    ¿Consideras el amor una consecuencia de la soledad?

    Engel Verfasser:

    La soledad une a las almas pobres, el amor une a las almas afortunadas. Ambas tienen su origen en el ser, siendo consecuencia del mismo, soledad es una proyección externa del vacío interno, amor es sinónimo de autoestima.

    Thanathos:

    He recolectado almas solitarias que se alegran al verme, nadie muere solo, siempre estoy ahí para acompañarles. Llegado el momento personalmente te guiaré al otro plano existencial.


    Engel Verfasser:

    Hoy eres mi compañía sin haber perecido, el reencuentro nos espera cuando el significado de esta vida no sea más una incógnita. Bienvenida eres ahora y un buen recibimiento en el futuro te concederé, de este plano terrenal algún día me has de liberar, tan solo extenderé las ataduras de la vida para que insertes la correspondiente llave.

    Thanathos:

    Prometo liberar a tu alma de los vestigios del cuerpo, en el siguiente círculo un nuevo cuerpo habrás de encontrar. Debo partir, tengo frecuentes visitas, mi ardua labor nunca termina.

    Engel Verfasser:

    Nuestra plática ha concedido vida extra para algunos seres, agradecido estoy por el breve e intenso instante de tu presencia.


    (Thanathos parte dejando tras de sí el frío rastro de su presencia)


    Leáse tambien Divagaciones (I)

    One Angel Falling at;
    12:30 a.m.







    domingo, noviembre 06, 2005 8:52 p.m.

    Hada

    A.J. Durant

    Había una vez un hombre que dormía profundamente, la ventana de su habitación permanecía abierta en esa calurosa noche de otoño, las estrellas resplandecían en el cielo acompañando a la brillante Luna, un hada ocultaba su presencia entre ellas, su refulgentes alas le permitían pasar desapercibida, solamente los seres observadores podían verla brincando entre las estrellas.

    Esa noche la casualidad la llevó ante la ventana abierta, entre brinco y brinco, un traspié la llevó a caer, en su caída logró sostenerse del borde de la ventana, librándose así de un doloroso golpe, sin darse cuenta se introdujo en la habitación, se acomodó el vestido, recuperó el resplandor en sus mejillas y finalmente se preguntó dónde se encontraba, su curiosidad la llevó a recorrer la habitación, encontró al hombre durmiendo plácidamente.

    Algo en ese hombre llamaba su atención, decidió entonces introducirse en sus sueños, lo hizo noche tras noche, el hombre no se percataba de sus presencia hasta que un día encontró polvo brillante bajo la almohada, desde ese momento cada mañana al despertar encontraba polvo en alguna parte de la cabecera o la almohada. En sus sueños veía a una hermosa joven con una radiante sonrisa, siempre aparecía, él se acostumbró tanto a su presencia que mientras permanecía despierto deseaba estar dormido.

    Cada noche el hada volvía, se introducía en los sueños del hombre, develando uno a uno sus secretos, un día ella no pudo resistirlo, le contó su secreto y se apareció en el sueño vestida de hada, ante los ojos del hombre dejó que el brillo de sus alas se fuera intensificando más y más hasta que una intensa luz blanca inundara todo el lugar donde se encontraban.

    Fue entonces cuando desperté escuchándote leyendo un libro en voz alta, hipnotizándome con acordes vocales, cada palabra y letra tuya poseen la magia de un hada.




    One Angel Falling at;
    8:52 p.m.







    martes, noviembre 01, 2005 10:48 a.m.

    ¿La Partida? ¿La despedida? ¿La discordia?

    A. J. Durant


    Rose

    El silbato del tren anuncia su partida, creo que he llegado tarde, grité con todas mis fuerzas con la esperanza de ser escuchada, ¡Jonathan por favor oye mi voz llamándote! Presurosa recorro los vagones uno por uno, el vestido se enreda en mis piernas provocando un tropiezo, tal vez debería rendirme y permanecer en el suelo, las lágrimas amenazan con brotar, no… no debo rendirme, no después de lograr escapar del encierro en que me mantenía Edmund, vamos Rose levántate, eres una mujer fuerte, lucharé por el hombre que amo.

    Jonathan

    La imaginación se encuentra muy activa en este día, nuevamente he percibido la voz de Rose, también por un momento me pareció verle oculta tras una nube de vapor, tan solo son desvaríos de la mente causados por la inminente partida, a veces pienso en la debilidad mostrada al no luchar por ella, no puedo arrancarla de mi mente y del corazón; lucharía por ti, Rose, si tan solo hubieras concedido una muestra de nuestro amor pero desapareciste repentinamente después de la última ocasión cuando pretendí hablar contigo, eso fue hace un par de semanas. Varias veces mis pasos me llevaron sin pensarlo al frente de tu casa, deseaba tanto verte, hablar contigo pero ya es tarde para eso, la alejaré de mis pensamientos, permaneceré lejos de este lugar cuyos recuerdos son fragmentos de las astillas de un corazón roto albergados en mi mente.

    Rose

    Las ruedas del ferrocarril han comenzado a girar, nuevamente grito con todas mis fuerzas, las piernas se esfuerzan al correr y la mirada recorre cada una de las ventanillas de los vagones, finalmente lo veo, el rostro del hombre que amo, mis ojos brillan de felicidad al verle, no cabe tanta dicha en mi corazón, no me ha visto, él se encuentra sumido en pensamientos, le grito con la fuerza de la voz impulsada por el corazón pretendo subirme al vagón en movimiento pero una mano me sujeta fuertemente del brazo impidiéndolo.

    Edmund

    “¿Planeando un nuevo escape mi querida Rose? ¿Acaso no fue suficiente para ti hacerlo una vez? Donde vayas te encontraré.”

    No me resulto difícil encontrarla, en un mísero pueblo todos se conocen, es una mujer obstinada, no he podido domarla, soy un hombre paciente pero mi paciencia ha llegado un límite, esta noche la amarraré a la cama, la haré mía, satisfaceré el deseo acumulado, ella es la culpable de mi ansiedad, se encerró en su alcoba después de nuestra plática con el estúpido campirano, si ese era el lugar donde quería permanecer ahí se quedaría, algunas tablas y clavos fueron muy útiles para cumplir mi objetivo. No soy un hombre malo, dejé el espacio suficiente para entregarle alimento diariamente, además una hembra debe aprender como tratar a su marido.

    “Volverás a casa conmigo, ¿entiendes? No permitiré más este tipo de acciones. Si te comenté acerca de la partida de tu viejo amor fue para que lo olvidaras definitivamente. Ese idiota ya no es parte de tu vida, yo soy tu futuro”

    La arrastré conmigo mientras el tren se marchaba.


    Rose

    Todo estaba perdido, luché para librarme de Edmund, su mano se cerraba cada vez más fuerte contra mi brazo, miré por última vez al tren partiendo de la estación, resignándome ante el futuro en manos de Edmund. Mi truco empleando la sábana y el buró no serviría nuevamente.

    Todo cambió cuando escuché una voz pidiendo mi liberación.

    Jonathan

    La vida tiene giros repentinos, nunca esperé que la mía los tuviera. Un instante permanecía sentado en el tren partiendo hacia una nueva vida, al siguiente estaba parado frente a Rose y ese desagradable tipo pidiendo le soltara.

    “Esa no es la manera de tratar a una dama”

    “Vaya…vaya…el campirano tiene agallas”

    No era una voz en mi imaginación, Rose realmente se encontraba ahí, fue mi inspiración para saltar del tren en marcha. Los ojos de Rose me mostraron cuán equivocado había estado, lucharía por ella sin dudarlo.

    “Toma a tu pequeña zorra”

    Dijo mientras lanzaba a Rose hacia mi, detuve su caída entre mis brazos, Edmund aprovechó la acción para dirigir un golpe sorpresivo hacia la mejilla, mi visita al suelo no fue placentera, Rose cayó sobre mi, la carcajada del tipo se escuchó en la estación acompañada de su desafío.

    “Levántate miserable campirano, si tienes el suficiente valor para hacerlo”

    Rose se levantó primero, yo le seguí al levantarme apretando los puños.

    “Bien, así me gusta, ven aquí, gánate este papel, es lo que quieres ¿no es así? El papel que te hará propietario de esa yegua aunque en unos años tal vez sea una vaca gorda.”


    Edmund

    Este lugar miserable me ha brindado gran satisfacción, resultaba divertido observar al campirano y su zorra desafiándome, me deleitaría golpeando su rostro una y otra vez, pobre estúpido ignoraba mi habilidad pugilística.

    La confianza en exceso me traicionó junto con el destino.


    Jonathan


    Ese hombre me derribó nuevamente con dos golpes, aunque logré rozar su mandíbula, no conseguí el mismo efecto con mis golpes, continuaba burlándose, agitando el acta de matrimonio ante mi.


    Edmund

    La pelea sería ganada por mi, el campirano terminaría sin duda acariciando el suelo, me deleitaba disfrutando del momento hasta que el frío acero se deslizó en mi costado, la sangre comenzó a brotar inmediatamente dejando marcas en mi fino vestuario.

    “¡¡Q-q-que diablos!! ¿Emily?”

    “Te devuelvo algo que te pertenece, lo olvidaste en el buró del hospital donde me mandaste cerdo desgraciado.”


    Rose

    Me encontraba sorprendida ante lo sucedido, Jonathan se encontraba en la misma situación, ante nuestros ojos Edmund se derrumbaba mientras una mujer de profunda mirada llena de odio permanecía ante nosotros, nuestra presencia fue ignorada, su atención se concentraba en el agonizante Edmund.


    Jonathan

    El destino estaba ayudándonos, no fue una manera grata de hacerlo pero me sentía dichoso de volver al lado de Rose.

    Un policía acudió inmediatamente para prestar auxilio a Edmund, lo cual fue inútil, después de unos minutos pereció ante los atónitos ojos de todos, la mujer permaneció esposada, silenciosa, parecía estar en shock, miraba fijamente el cadáver.

    Rose

    A paso lento nos alejamos de la estación del tren, sus brazos no habían perdido la calidez, el amor perduraba en nuestras miradas, caminamos hacia el ocaso, llegamos ante nuestro nuevo hogar, traspasamos el umbral cerrando la puerta al pasado y abriéndola a un nuevo futuro.


    Leáse también:

    La Partida (I) y LA Despedida (I)
    La Partida (II) y LA Despedida (II)
    La Discordia (I)
    La partida (III)

    One Angel Falling at;
    10:48 a.m.