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    A13


    miércoles, febrero 22, 2006 8:07 p.m.

    Vida comprada

    A. J. Durant

    Sola caminaba por la calle, mujer con aspecto deplorable, sus manos temblaban con furia, la envidia corroía sus entrañas, el corazón albergaba odio, la mente guardaba locura, una imagen se repetía sin cesar en el cerebro, la foto de él y ella juntos. Un hombre y una mujer apenas conocidos por su débil mente.

    El tiempo transcurría, la soledad había sido su única compañía hasta el año pasado que recibió nuevos huéspedes, esquizofrenia y paranoia. Una vida monótona absorbía los segundos de su miserable existencia, historias de amor se habían convertido en su refugio, sueños de letras escritos por la imaginación.

    Caminaba diariamente al trabajo con un corazón vacío y mente llena de fantasías, una labor secretarial no satisfacía sus expectativas, un príncipe azul la rescataría de las tiránicas manos de su jefe, al menos así solía suceder en la televisión, esa caja llena de circuitos que ofrece gratuita somnolencia y manipulación.

    Prospectos de fantasía surgían a cada momento, veía rostros principescos en cada masculino ser, en el autobús, en la oficina, el lugar no importaba, la oportunidad de ser libre se encontraba allí, algún día ese hombre chocaría contra ella en el riel del destino.

    Fantasía y realidad siempre difieren, una altera a la otra, ambas vivían en la mente de la mujer, confundidas se movían entre una y otra neurona, en ocasiones chocaban convirtiéndose en una madeja de realidad-sueño, desenmarañarle no era tarea fácil, fue ese revoltijo de ideas que le llevó a malinterpretar una acción.

    Un día la monotonía fue rota, una acción provocó una reacción de fantasías desencadenadas, la mujer ascendía sin presura las escaleras hacia el tercer piso del edificio donde laboraba, mal día para reparar el ascensor, buen día para alimentar los sueños, el tacón de la zapatilla se rompió al contacto con el escalón, perdiendo el equilibrio en brazos de un hombre de 30 años cayó, su oportuna reacción había liberado a la mujer de una posible fractura, la mujer se sonrojó en agradecimientos, el hombre le sonrió bondadosamente y le solicitó fuera cuidadosa. Su zapato se había arruinado pero la vida tenía un nuevo resplandor.

    Continuaron el viaje juntos, ella cojeaba, el hombre le ayudó permitiéndole se sostuviera de su brazo, en el tercer piso se despidieron, ella permaneció en el umbral de la puerta observándole, sus pisadas se detuvieron en el quinto piso, nunca antes lo había visto, en su febril mente finalmente había llegado el ansiado príncipe.

    El resto del día lo ocupó para pensar en el rostro masculino que le había salvado de una caída hacia el vacío, para la tarde su mente divagaba en el futuro, se veía a si misma casándose con su héroe, ambos viviendo en una amplia casa pintada con un azul celeste, hijos corriendo en un jardín con bellas flores.

    Seis campanadas le devolvieron momentáneamente a la realidad, apresurada tomó su bolso, descendió rápidamente, quería estar en el lobby para cuando el hombre saliera, tuvo que esperar 20 minutos para verlo nuevamente, él apenas le reconoció pero para la mujer ese hombre había estado ahí toda su vida, se desvivió en agradecimientos, él amablemente los recibió, disculpándose por no poder acompañarla se alejó. La mujer hipnotizada le siguió con la mirada hasta perderlo de vista.

    Su vida había dado un giro repentino, caminaba alegremente por la calle, una idea surgió repentinamente, acudamos a ver los vestidos de boda, fascinada por tal ocurrencia se deleitó entre sueños de encaje. Finalmente halló el vestido para tan placentera ocasión, sin dudarlo entró al lugar, lucía mejor de lo que esperaba, el espejo no mentía podía verse sujeta del brazo de su príncipe azul.

    Esa noche durmió abrazando fantasías, se veía a si misma caminando hacia el altar, orgullosa y altiva, las mujeres le envidiaban, los hombres la deseaban, la fiebre nocturna solo indicaba una cosa, sus delirantes pasos solo le llevaban a un remoto lugar donde la realidad no tiene cabida.

    Despertó con buen talante, una sonrisa amplia dibujada en el rostro, se esmero eligiendo su mejor vestido, portando unos bellos aretes, cubrió su piel con un dulce perfume, hoy es un nuevo día para mi, adiós a la infelicidad, bienvenido el amor, se dijo a si misma. En el quinto piso del edificio se encontraba el cielo mismo.

    Nuevamente espero al hombre en el lobby, treinta minutos esperó, finalmente apareció, vistiendo un flamante traje, zapatos bien lustrados, platicaba con alguien, posiblemente un compañero de trabajo, la mujer levantó la mano esbozando un saludo, él se siguió de largo, no se había percatado de su presencia, seguramente hablaban de negocios, sí, eso debía ser, en la hora de la comida subiría para invitarlo a un restaurante cercano.

    El plazo se cumplió, presurosa salió a comer, subió los escalones hacia el cielo, entró buscando al hombre entre los diversos cubículos, su mirada le encontró en el otro extremo del edificio, nuevamente platicando con su compañero de negocios, la mujer trató de llamar su atención pero fue inútil, el hombre se alejó por la escaleras opuestas.

    Con una mueca de tristeza, los hombros caídos y el rostro cabizbajo, retrocedió los pasos recorridos, antes de llegar al umbral de la puerta de salida, pensó en visitar el cubículo del hombre, su rostro recuperó el brillo perdido, sus pisadas se convirtieron en grandes zancadas que le llevaron al destino planeado, pronto se dio cuenta del error cometido, una imagen sobre el escritorio destruyó el ciento de imágenes en su mente. Las letras grabadas en la foto acompañaban a los miles de palabras del retrato. El hombre y una mujer abrazados estrechamente, las letras al pie de la fotografía expresaban la eternidad de la pareja.

    Las fantasías se desmoronaron, la poca cordura le acompaño solidariamente, un odio surgió de la nada, arrojo el retrato contra la pared más cercana, el vidrio se hizo añicos, pisoteó el retrato una y otra vez, furiosa se marchó, nunca antes se había sentido tan humillada, deseaba nunca haber nacido, como podría considerar a ese hombre su príncipe azul, el destino le había hecho una jugarreta cruel. Se marchó del edificio, el día laboral había terminado por el día de hoy.

    Caminó sin rumbo fijo, se sentía traicionada, humillada, sueños destruidos, la fotografía permanecía grabada en su mente, algo debía hacer al respecto, ambos debían pagar por su ofensa, en su mente se dibujo una delgada hoja de metal, eso serviría, aún estaba a tiempo para llevar a cabo su plan.

    Corrió a su casa, contaba con el tiempo justo para cumplir con su objetivo, entró y salió rápidamente, el peso de su bolso no era el mismo al dejar su casa atrás. El destino parecía estar de su parte, llegó unos minutos antes de la hora de salida, se plantó en la acera de enfrente, lo esperaría pacientemente, no había prisa alguna para hacerle pagar su afrenta.

    Veinticinco minutos demoró el hombre su salida, la mujer acechaba a su presa, mientras él empujaba la puerta principal para abandonar el edificio, la mujer se lanzaba en su búsqueda, una mano se introducía en el bolso sujetando firmemente el mango del cuchillo, la mirada se concentraba en el masculino ser que le había humillado, sus pasos se convirtieron en zancadas, no perdía de vista su objetivo, el hombre le dio la espalda para despedirse de un compañero de trabajo, era la posición adecuada para brindarle una estocada, eso mismo le había hecho él.

    El hombre volteó al escuchar un rechinar de llantas, un automóvil había atropellado a una mujer, su cuerpo yacía unos metros adelante del vehículo, el conductor repetía una y otra vez que la mujer había aparecido repentinamente, le fue imposible girar el volante. El hombre se acercó a la multitud de curiosos, la mujer agonizaba, sostenía un cuchillo en su mano, con ojos vidriosos le miraba, su rostro le parecía familiar pero solo fue su imaginación, seguramente nunca antes la había visto. Le dio la espalda, la mujer respiró lo suficiente para verlo alejarse, la cordura volvió minutos antes de partir, la fantasía había comprado su espacio a la realidad, el escenario se cubrió con un vestido negro.

    One Angel Falling at;
    8:07 p.m.







    viernes, febrero 17, 2006 4:34 p.m.

    Letras cargadas

    A. J. Durant

    Palabras que hieren disparadas por la punta de la boca, no fueron cargadas en la recamara neuronal, motivadas por la inercia de la impulsividad que actúo sin la aprobación y conocimiento del cerebro, huecas letras sin significado, sus cartuchos en blanco hieren más en comparación a la herida de un arma blanca o el fuego del revolver.

    Soy culpable de emplear letras prohibidas, cargué el arma sin pensarlo, vacíe su contenido sin pretenderlo, la boca escupió doloroso fuego, arremetiendo contra corazón ajeno. ¿Por qué si fui Yo quien disparó equivocadas frases el dolor es mutuo?

    Siento el dolor de la herida recorriendo mi sangre, congelando las venas, robándole oxígeno, el corazón inútilmente intenta continuar bombeando latidos, asesinar al ser amado con palabras es suicidio. He muerto en el instante posterior al disparo.

    One Angel Falling at;
    4:34 p.m.







    martes, febrero 14, 2006 10:00 a.m.

    Un simple 14

    A. J. Durant


    El amor no se aloja en un día, el corazón no necesita de mercadotecnia, la amistad florece con detalles no con regalos. Toda la vida he amado sin vender emociones ni sentimientos, mi entrega no se cotiza en la bolsa de valores, no fue en un supermercado donde te encontré mientras buscaba llenar de vida mi alma, tu corazón no se encontraba en la sección de regalos o sumergido entre latas de chícharos y vegetales.

    Te hallé en el sendero del destino, entre letras despertaste al corazón, enseguida le conquistaste con una mirada, finalmente al besarle ya se encontraba a tus pies, un día de festejo al amor no es suficiente, cada instante, cada minuto, los latidos y suspiros continúan, abasteces al alma con diario combustible.

    Amarte se ha convertido en buen hábito del corazón, no necesita de la alarma número 14 para despertar unos polveados sentimientos, brilla con la luz de tu vida, observa la ventana de iris y lo verás siempre resplandeciente. No pido un costoso presente ni un ramo de rosas tan solo pido la cercanía de tu piel, abraza mi corazón con el tuyo, uniendo los labios ambas almas permanecerán en un eterno abrazo, el tiempo envejecerá a los cuerpos pero la hoguera de nuestro amor prevalecerá más allá de un simple 14 de febrero.


    One Angel Falling at;
    10:00 a.m.







    miércoles, febrero 08, 2006 2:07 p.m.

    Extrañar

    A. J. Durant


    Hoy he buscado en el diccionario esperando encontrarle sentido a las emociones que fluyen del interior de la palabra extrañar pero tan solo encontré un conjunto de letras intentando definir lo indefinible, palabras carentes de emoción, fría interpretación de un cálido sentimiento.

    He averiguado que es un verbo, obvia connotación, puesto que te extrañé ayer, te extraño hoy y te extrañaré mañana, no solo se conjuga en tiempo sino también en emociones. La palabra acude a bares donde bebe copas de lágrimas junto a la soledad, el vacío y la desesperación.

    Tu presencia física ha sido desterrada de mi espacio cercano, la ansiedad por tenerte cerca es inmensa, los brazos no pueden ceñirse a la cintura del viento, cada roce debería continuar trazando líneas sobre mis palmas, la línea de la vida se une a la tuya, el futuro se escribe sobre las palmas de nuestras manos.

    El cielo llora tu ausencia, me acompaña con nubes grises, oculta la luz del sol para que su resplandor no delate las lágrimas siguiendo el cauce de las mejillas, lo miro agradeciendo su buena intención y en una oración extiendo una solicitud hacia algún poder más allá de lo terrenal esperando me devuelva a tu lado, mientras eso ocurre continuaré definiendo la palabra con emociones definidas en el corazón.

    One Angel Falling at;
    2:07 p.m.